jueves, 3 de diciembre de 2015

La Xinhua (新华 / 新華) Mediterránea

En el año 1992, Michael Crichton publicó uno de sus conocidos bestsellers "Rising Sun", llevada al cine un año más tarde por Philip Kaufman (Sol Naciente), con gran éxito comercial e incluso de la crítica especializada, que le otorgó el premio ASCAP 1994. En ella, un detective de la policía de NY (Wesley Snipes) investiga la muerte de una mujer en una fiesta dada por una corporación japonesa, para lo que acude en su ayuda un capitán de la policía (Sean Connery) ya retirado, experto en la cultura nipona.
Ya a finales de los años ochenta, la percepción de muchos norteamericanos y sobre todo de muchos habitantes del distrito de Manhattan en NY, era la de que Japón estaba conquistando económicamente los  Estados Unidos, tras haberlo intentado y fracasado militarmente en la Segunda Guerra Mundial. La compra de la productora cinematográfica Columbia por Sony Corporation causó auténtica conmoción, pero el anuncio (realizado por el propio David Rockefeller) de que la inmobiliaria japonesa Mitsubishi Estate Company se había hecho con el control del Rockefeller Center, uno de los más claros símbolos del poder y orgullo americanos, resultó demoledor para la moral de los yankees más nacionalistas.
La novela y película responde, entre otras cosas, a esa idea-obsesión de que todos los grandes símbolos americanos y en particular, sus rascacielos más emblemáticos, estaban cayendo en manos de corporaciones japonesas. La realidad es que pocos años antes de estrenarse el film (entre 1889 y 1990) el Banco Central de Japón, ante la situación inflacionista de la economía y fuerte depreciación del yen frente al dólar, decidió aumentar sensiblemente el tipo de interés bancario, de tal modo que el índice nikkei perdió un 63% de su valor de 1990 a 1992, mientras que los precios de los bienes inmuebles caían brutalmente. Este conocido "colapso de la burbuja inmobiliaria japonesa" ni tan siquiera nos sirvió de señal de alerta para no seguir alimentando la española que, tras sufrir los coletazos de esta crisis, siguió su crecimiento suicida hasta estallar  final y definitivamente a principios del año 2007.
En nuestro particular cuento, Catay, o si se prefiere Zhōngguó, el país del centro, el Centro del Mundo, ha tomado el relevo del Imperio del Sol Naciente, mientras que los Estados Unidos y Manhattan de la película de Kaufman, son ahora España y la Comunidad Valenciana. La inversión china en España se ha multiplicado por 50 desde 2008: nos sentamos a descansar frente a un televisor LG, trabajamos con un portátil Lenovo, hablamos con un smartphone Huawei e incluso degustamos los productos de toda la vida de Campofrío, propiedad de Shuanghui, pero lo que más nos enerva con diferencia, es que se estén haciendo también con nuestros club de futbol más "españoles".
Nada más castizo-madrileño e incluso de inmigrante suburbano y marginal (de creer a su famoso hincha Joaquín Sabina), que el Atlético de Madrid, comprado por Wang Jianlin, presidente del grupo Dalian Wanda, quien previamente había adquirido uno de los edificios más emblemáticos de Madrid, el Edificio España, ese símbolo de "desarrollismo" que aparece invariablemente en todas las películas españolas de los años 60 y 70, cual Torres Gemelas españolas, a lo Buñuel. Wang es el mismo personaje al que visitan Salvo y Douwens en China con intención de venderle el Valencia C.F., pero como también se pasan por Singapur s(iguiendo la sugerencia del amigo Jorge Mendes), es Peter Lin quien se adelanta a la hora de adquirirlo.

Wang Jianlin no se da por vencido. En la Comunidad Valenciana hay numerosas muestras de los excesos y despilfarros "falleros", elefantes blancos fruto de una época de desmadre, corrupción y megalomanía incontrolada. Los inversores de todo el mundo han oído hablar del ruinoso Museo de las Ciencias, del no menos ruinoso Palau de les Arts, del Ágora, del aeropuerto sin aviones de Castellón, de Terra Mítica, de la Ciudad de la Luz, de Mundo Ilusión, de la Ciudad de la Música, de la Ciudad de las Lenguas, del exceso de las mil y una noche con motivo de la visita papal, de los bólidos de la Formula I corriendo por en medio de la ciudad, de los paseos en Ferrari de las máximas autoridades autonómicas,.... y pone sus ojos en el que podría ser su gran complejo de ocio llamado a competir con el que pudo ser Eurovegas. Sabe que aquí todo está a precio de saldo y que necesitamos olvidar lo antes posible a Jesús Ger, ese ex-vendedor de electrodomésticos que, con la complicidad del otrora "amo de Castellón" Carlos Fabra , decidió un buen día hacerse rico y pasar al "llibret" de la falla, ese personaje al que el PP de Castellón aupó y llegó incluso a construir un aeropuerto en Villanova, con una bonita estatua, bien cerca de su sueño ahora roto.

La parte construida de Marina d'Or conserva bajo una carpa las 34 maquetas que reproducen el macroproyecto completo, y apretando un botón se encienden las luces del Hotel Hollywood, las del hotel Caribe, las de los 13 campos de fútbol, las del lago artificial de 30.000 m2, las de los dos km de “playas caribeñas de ambiente tropical”, ......¡la hostia!.

En el segundo trimestre de este año, Valencia se convirtió en la ciudad con mayor interés para las inversiones inmobiliarias chinas superando a su principal rival Barcelona (según informe del portal inmobiliario chino Juwai). Los chinos siempre han sido buenos comerciantes y las brutales caídas de precios en la Comunidad Valenciana han llamado fuertemente su atención. ¡Que razón tenían aquellos grandes soñadores!. ¡Ya estamos en el mapa!. Nuestra ropa, calzado, muebles, juguetes, electrónica, .....hasta los bares de toda la vida, son chinos, y cuando encargamos comida para llevar es zonzo, sopa wonton, pollo gong bao o tung pao. ¡Voy corriendo a matricularme en clases de chino mandarín!.












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